Adiós, innovators - se asoman los early adopters
MIP y “efecto puré”; la adopción en las empresas va entrando en una nueva etapa.
Con la llegada de Copilot y de Gemini a los paquetes de ofimática más populares empieza el fin de la etapa “pionerística” de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG).
Con esas herramientas embebidas en nuestros entornos de trabajo, ya no hay necesidad de una suscripción adicional o de aprender una nueva interfaz: la IAG nos llegará sin que debamos mover un dedo.
Estamos hablando naturalmente de los entornos profesionales más avanzados, no de la gente del común, pero igual es un paso importante.
Hasta hoy, la IA solo la usó quien quiso
Se va cerrando la etapa de adopción voluntaria.
Hasta hoy, usar o no inteligencia artificial era decisión personal.
A partir de ahora las empresas van a pedir que usemos IA como parte del trabajo normal; a muchos les va a parecer chévere, a otros no tanto - pero todos van a tener que cumplir en alguna medida.
Empieza la fase de adopción incentivada.
Las organizaciones más avanzadas compran su plan y habilitan a ciertos niveles. Luego forman formadores, entrenan y sugieren modos de uso. Finalmente esperan ver alguna implementación hacia la eficiencia o hacia la creatividad.
Una vez identificados los casos de uso y definido el escalamiento, vendrá la adopción obligatoria. Así como hoy no puedes trabajar sin Outlook o Excel (Gmail o Sheets), pronto será inconcebible no usar IAG.
Pero no nos adelantemos: para esta última etapa faltan años. Por ahora el fenómeno que vamos a observar es el del puré…
Se viene un enfriamiento natural, con el MIP y el “efecto puré”
Piensa en ese puré de papa recién hecho y recién servido - humeante, de la olla a tu plato. ¿Qué haces para enfriarlo? Lo esparces. Cuanto más delgada la capa de puré, más rápidamente va a bajar la temperatura.
Algo parecido va a pasar con la Inteligencia artificial generativa en esta etapa “incentivada”: mano mano que la adoptan personas menos entusiastas, la reacción promedio se va haciendo más tibia.
El innovator descubre una función nueva y a los 5 minutos la está poniendo en LinkedIn; el early adopter se entusiasma -sí- pero se queja con IT de porqué no se la habían mostrado antes.
El “efecto puré” no es el único que baja la temperatura; a él se suma el riesgo de la MIP (Manifiesta Incompetencia Planetaria): cuando cualquier alucinación puede viralizarse y verse reflejada en pérdidas billonarias en Wall Street, no nos sorprendamos si las Big Tech se ponen cautelosas…
Comparadas con cualquier start up ellas tienen mucho más a perder; por eso vamos a ver que lanzan al mundo enterprise versiones muy “controladas” de sus modelos.
Un Ferrari limitado a 50 kilómetros por ora.
Una sopa bien aguada.
Un LLM con 40 humanos “in the loop”.
¿Qué significa? Todavía menos entusiasmo por parte de los nuevos usuarios. Frente a funciones tan limitadas -y sin parte de la loca magia original- muchos se preguntarán “¿Esto es todo?”.
Mientras tanto, los innovadores seguirán explorando la frontera: parámetros, interfaces, open source, Hugging Face y todo el armamentario.
Su función sigue siendo clave: identificar y consolidar las features avanzadas que empezarán a percolar.
¿Cómo van a convivir estos segmentos entre ellos y con los demás?
Áreas de talento, TI y el management en general de un lado buscan eficiencias, del otro innovación - siempre tratando de manejar expectativas y temores.
Son años interesantes.