El efecto Proteo - almetaverso #12
El tiempo que pasaremos interactuando entre avatares en entornos virtuales nos permitirá descubrir más sobre la naturaleza humana: nuevos comportamientos, insights más profundos sobre quienes somos y qué nos motiva. Un ejemplo fascinante: el “efecto Proteo”.
El efecto Proteo
Estamos acostumbrados a utilizar nuestra apariencia cómo herramienta: es muy humano arreglarnos para una cita o para una entrevista de trabajo, dedicar tiempo a elegir la pinta perfecta, maquillarnos para impresionar. Con internet, hemos explorado maneras más profundas de manipular nuestro look: fotos de perfil de unos años antes, filtros milagrosos, la edición rigurosa de qué subimos y qué no a nuestro Instagram.
¿Qué pasará en el metaverso, donde podemos elegir el avatar que se nos antoje? ¿Cómo será una reunión de trabajo con un unicornio rosado, un alienígena y un antiguo romano en toga? La pregunta es más profunda de lo que parece, y nos exige pensar en qué tan importante es la apariencia en definir nuestra relación con los demás.
No somos solamente lo qué decimos, sino también cómo nos vemos. Nuestra ideas son importantes, pero nuestro género, edad, raza, apariencia, cura personal, corte de pelo y actitud también comunican - y de una manera que no podemos controlar porque depende de la lectura que le dé cada uno de nuestros interlocutores. Cuando la apariencia (¿la identidad?) sea una variable, milenios de convenciones sociales y preconceptos deberán adaptarse a una nueva realidad.
Saltemos a los mitos eternos de la antigua Grecia y a Proteo, el dios que podía cambiar de forma. Serpiente, águila, árbol, leopardo, agua, cerdo: asumía cualquier semblante con tanto de no ser reconocido y obligado a usar su otro poder - el de predecir el futuro o revelar el pasado. Quien no se dejara engañar por sus cambios de forma, podía exigirle la verdad sobre cualquier evento (Menelao lo logra en la Odisea).
Este hijo de Poseidón vuelve a ser actual en un mundo de representaciones “engañosas”. En particular, nos ayuda a darle nombre a un efecto que se ha venido estudiando en los último 15 años: el “efecto Proteo”, según el cual la apariencia que elijas para tu avatar impactará en tu comportamiento. Si eliges un avatar más alto, serás más agresivo en una negociación; si lo eliges “bonito”, te acercarás más a tus interlocutores y te sentirás más cómodo en hablar de ti.
El experimento que nos permitió descubrir este efecto consistía en un encuentro en realidad virtual: nuestro sujeto debía entrar a una habitación virtual e interactuar con otra persona que se encontraba allí. La interacción podía ser una negociación o un simple intercambio de información personal. Antes de empezar, al sujeto se le ponía frente a un espejo virtual donde podía apreciar la apariencia de su avatar. A algunos se les asignaba un avatar más alto o más “bonito” (las comillas son debidas, aunque la definición de “bonito” se alcanzó socialmente), a otros uno más bajo o más “feo”.
El resultado: quienes “eran” más altos, negociaban más agresivamente; los más “bonitos” se acercaban más al interlocutor y se sentían más cómodos compartiendo información. Se trata de un efecto individual, y no social: los interlocutores de hecho no veían a alguien más alto o más lindo, porque se les proyectaba siempre la misma imágen. El único que se sentía más alto/bonito era el sujeto, gracias a su permanencia frente al espejo al principio del experimento.
Ahí está el efecto Proteo: la apariencia de nuestro avatar altera nuestro comportamiento. Pienso inmediatamente en los skins de Fortnite: ¿entrar en batalla vestido como Capitán América me hace más agresivo y más dispuesto a tomar riesgos? O - para quien no es gamer: ¿activar el “labial” y la “pestañina” en Zoom hace que yo sea más amable con mis compañeras? Esta mezcla de apariencia y sustancia es explosiva - además que nuevos experimentos muestran que el “efecto Proteo” se extiende a la vida física: usar un avatar más impactante hace que aún fuera del experimento sigas siendo más abierto (o atrevido, o agresivo en negociación).
Se vienen años interesantes….
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