En América Latina, ¿de qué nos sirve esta IA?
Si no tenemos computación ni modelos avanzados, ¿qué podemos hacer en América Latina con la Inteligencia Artificial? Mucho, creo yo.
En el próximo siglo, no vamos a tener un fabricante de chips avanzados en América Latina. Tal vez los ensamblemos (México, te estoy mirando), pero con tecnología foránea.
La probabilidad de que surja una “OpenAI local” o que tengamos soberanía de cómputo en la región es insignificante - con la excepción optimista y esperanzadora de México y Brasil.
Nuestra infraestructura es pobre, nuestro talento importante pero difícil de retener.
No vamos a crear “modelos de frontera”, ni a entrenarlos en nuestros data centers o sobre silicio local.
Entonces… ¿qué nos queda? ¿Debemos resignarnos a ver el tren de la Inteligencia Artificial saliendo sin nosotros a bordo? No creo.
Podemos montarnos e ir bastante lejos, generando prosperidad y bienestar en el camino.
La clave es la implementación creativa
Ser simples usuarios es necesario - pero no suficiente.
Si somos knowledge workers estamos obligados a incorporar la IA en nuestro día a día; si no lo hacemos, hasta ahí va a llegar nuestra próxima entrevista de trabajo.
“¿Qué herramientas de IA está utilizando?”
“La verdad ning…”
“Gracias por su interés en nuestra empresa… ¡siguiente!”
Pero esto no será suficiente para la región: necesitamos ir un paso más adelante y ser buenos implementadores.
Mercado Libre, Rappi, Nu y Kavak emergieron cómo ganadores regionales de la web 1.0/2.0: implementaron las nuevas tecnologías de la manera correcta, hicieron unas decenas de millonarios en el proceso y crearon un ecosistema de startups y talento que resiste a las crisis (y al final de la “plata gratis”).
Es un buen modelo a seguir para la era de la IA: hay muchos sectores que esperan su disrupción y el camino está abierto por decenas de unicornios locales.
La ventaja de la IA es que (todavía) es muy asequible: con 20 dólares americanos al mes tienes a tu disposición el mejor LLM del planeta - el mismo que usan las multinacionales más poderosas.
Es un fenómeno similar a los smartphones: ni Bezos, ni Musk, ni nadie puede tener un mejor celular que un iPhone 15 Pro Max o un Samsung Galaxy S24 Ultra. Después de los 1,200 USD hay igualdad de oportunidades.
Correré el riesgo de parecer ingenuo; pero este es el mejor momento para hacer un salto de rana. Muy pronto (¿5 años?) aumentarán las exigencias, la IA empezará a calcificarse y su implementación se volverá más difícil.
Obviamente no vamos a resolver la dependencia de fondo: si apaga la luz el aliado geopolítico de turno -normalmente EE.UU.- nos quedamos a oscuras y ya.
Enfoquémonos en nuestros puntos de fuerza y en nuestros problemas
Fortaleza número uno: todavía somos un continente joven. No va a durar mucho (hasta 2050, año más año menos) pero podemos contar con un mínimo impulso demográfico.
Número dos (un poco contraintuitiva): nuestra estructura social. Nos permite:
conocer la “base de la pirámide” (la mayoría del planeta)
correr menos riesgos de desempleo (al tener menos knowledge workers) y
ser naturalmente emprendedores y multitasking (nos toca).
No somos los únicos, ni los más grandes (Asia y África siempre serán más), pero podemos jugar esta partida.
La IA generativa no sirve (todavía) para las matemáticas ni para las tareas de precisión o muy expuestas: su campo de acción es sobre todo creativo. Ahí tenemos una tercera fortaleza - la necesidad es la mamá del ingenio.
Las puertas están abiertas - y ojalá entremos con ganas de resolver nuestros problemas.
Medio ambiente. Educación. Inclusión. Participación en política. Seguridad. Salud. Igualdad de oportunidades. Demografía. Racismo. Violencia.
Son áreas complejas, más grandes que los esfuerzos de una sola persona; pero si cada una y cada uno se mueve en esa dirección, iremos más lejos de lo que nos imaginamos - gracias también a la Inteligencia Artificial.