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"Free Guy", qué maravilla

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Mar 22, 2022
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Free Guy es un “clásico instantáneo”, una comedia romántica que de paso nos prepara a los nuevos dilemas del metaverso. Ojo: hay muchos spoilers en el texto, pero no te van a quitar el gusto de ver la película después (está en Star+).


"Free Guy", qué maravilla

Sus inspiraciones y componentes son claros, y no hace ningún esfuerzo para ocultarlos:

Un poco The Matrix: la simulation hypotesis y cómo se siente descubrir que tu mundo que no es “real”. Un poco Truman Show: cuando te das cuenta que tu vida es el contenido que otros consumen diariamente. Un poco Ready Player One: y la fuerza del juego que te permite superar quien eres y soñar en grande. Un poco Groundhog Day: con su invitación a usar tus días para lo mejor, por más repetitivos que parezcan.

Ah, y un poquito de Forrest Gump también…

Pero Free Guy es más que la suma de estas partes. Agrega el ingrediente original que faltaba: la inteligencia artificial y su aspiración a la vida.

Pero demos un paso atrás: Free Guy es antes que todo una historia de amor. Un triángulo, para ser precisos, donde uno de los protagonistas… no existe — o no debería existir.

Guy es un NPC, un Non-Player Character. En otras palabras: es carne de cañón en un juego, esas personas que van pasando por ahí y tú puedes atropellar libremente, o que son parte de una tarea lateral al estilo “salva a la señora con gafas de los asaltadores”. Este NPC, Guy, trabaja en un banco, que los jugadores (reconocibles por sus gafas) suelen robar para completar una misión del juego. A cada “asalto”, Guy repite su rutina: brazos arriba, al suelo, dejar que el malo del momento vuelva a salir con sus fajos de billetes. Pero Guy no es un NPC cualquiera: ha sido programado para aprender, para crecer, para observar e incluso para amar. En una palabra, ha sido programado para vivir.

Los candidatos a mejor NPC en un sondeo de XBox (ganó Samuel Hayden, de Doom)

Cuando Guy encuentra MolotovGirl en el juego, su “vida” (y pronto le quitaremos las comillas) cambia: ella es la persona que estaba esperando, la que lo impulsa a dejar sus rutinas y su zona de confort para salir a retarse, a crecer, a hacerse más fuerte y más preparado — a ser libre. Cuando Guy se transforma en Free Guy, se da cuenta de su rol en el juego: él no es real — o al menos así le dice MolotovGirl, quien en es parte del equipo que lo ha programado en el mundo físico. La otra mitad de ese equipo es Keys, que la amaba secretamente y había instruido a ese particular NPC para que se enamorara de ella — y de nadie más — al cruzarse con su avatar.

Esta historia de amor “digital” tiene muchos momentos de ojo aguado, cortesía de las actuaciones y de la escritura impecable; pero hay otro triángulo en historia y nos interesa mucho aquí — es el que tiene en sus extremos a un juego, a la vida física y a los programadores que habitan en esta última y crean la realidad del primero.

¿Qué tan “real” es un algoritmo, un personaje que crece a punta de inteligencia artificial y machine learning? 100% real, es la respuesta de los autores. Al menos tan real como nosotros, tantas veces atrapados sin cuestionarnos y sin buscar el sentido en “loops” de rutinas repetidas día tras día.

El robot se entera de ser consciente (qué susto, ¿no?)

Free Guy es una mirada al futuro, un peek al metaverso — y al mismo tiempo una lectura muy presente de la fascinación de los juegos y de nuestra atracción por vivir otras vidas, diferentes y más excitantes de la nuestra.

La obra deja muchos insights.

En primer lugar: no es necesario usar gafas VR para estar inmersos en una “realidad alternativa” — la pantalla de una laptop o incluso de un celular son más que suficientes.

En segundo lugar: nuestros avatares serán depositarios de gran parte de nuestra identidad, al punto que dejarlos a un lado será lo mismo que romperse una pierna o dejarse con una pareja de muchos años: una verdadera pérdida, con su duelo asociado — profundo y verdadero.

Y sobre todo: ¿debemos considerar la posibilidad de que los sistemas expertos y la inteligencia artificial se desarrollen por su propio camino? ¿Que ese camino termine haciendo que sean indistinguibles de los seres vivos? ¿Con sus emociones, y sus derechos?

Qué película increíble. Se la recomiendo.

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