¿Matarías a un bebé dinosaurio?
Olvidé mencionar: es un robot. Pero igual en el experimento que te contaré nadie lo quiso matar - porque si tiene apariencia animal (o humana) nos encariñamos…
Kate Darling viene estudiando hace años la relación que tenemos con los animales - con el objetivo de entender cómo vamos a relacionarnos con los robots.
Sus exploraciones son clave para empezar a vislumbrar el futuro de una “sociedad cyborg”, poblada por millones de trabajadores sintéticos: ¿qué trato reservaremos a esos compañeros de viaje “sin alma”?
En este video -que les recomiendo de corazón: son 45 minutos maravillosos - ella nos lleva de la mano por sus teorías y nos habla de un experimento muy diciente: el pequeño dinosaurio robot.
¿Quién dará el primer martillazo?
El protagonista es Pleo, un juguete lanzado en 2014 que representa un Camarasaurus recién nacido.
Sus sensores le dan información sobre el mundo exterior; motores internos le permiten reaccionar con movimiento y un altavoz hace que emita sonidos.
Si lo sostienes por la cola -por ejemplo- empieza a contorsionarse y gemir, y no para hasta que lo devuelvas a su posición natural. Se rie; se queja; ronronea.
A parte de ser insoportablemente “cute”, él es un “social robot”: un autómata diseñado para evocar emociones - como una muñeca que llora, un Furby que pestañea o un reloj digital con ojos LED.
En una conferencia, la doctora Darling le entregó un Pleo cada uno a cinco grupos de personas. Hizo que lo conocieran y que jugaran con él: organizaron un desfile de modas, le dieron nombre, aprendieron a reconocer sus trucos y divertirse con ellos.
Una vez creada la relación, sacó un martillo, un cuchillo y un hacha; las nuevas instrucciones eran “torturen y maten al robot”. La reacción unánime de los grupos la sorprendió.
Nadie toca a Pleo
Ella pensó que los grupos se iban a dividir: de una lado “es solo un robot, martillemos sin problema”; del otro, el bando de los “sería una crueldad, yo no lo haré”.
Sin embargo, nadie -absolutamente nadie- quiso “lastimar” al robot.
Un poco sádicamente (digo yo) la doctora les dijo entonces que tenían que martillar al menos uno de los bebés dinosaurio, o ella iba a destruir los cinco frente a sus ojos.
Con semejante chantaje, un voluntario cogió el martillo y procedió.
Muchos se taparon los ojos. Todos observaron un silencio consternado después del hecho.
El informal experimento había confirmado nuestra tendencia a humanizar los objetos que imitan seres vivos: parece indicar que podríamos generar con los robots las mismas relaciones emotivas que nos unen a nuestras mascotas.
¿Qué implica esta tendencia frente al surgir de los synthetic workers? ¿Cómo trataremos a nuestros compañeros de trabajo que son “sólo” inteligencias artificiales pero que tienen nombre, apellido, apariencia definida y personalidad propia? ¿Y qué pasará cuando los robots saldrán de las fábricas y de las bodegas para llegar a nuestras cocinas?
Robots cómo animales: todo es posible
Si vamos a tratar a los robots como hoy tratamos a los animales varias opciones siguen abiertas.
Hoy les reservamos tratamientos muy distintos: a algunos los adoptamos como mascotas y los amamos; a otros los usamos para trabajos pesados o para transportarnos; y finalmente a algunos de ellos reservamos un destino mucho más cruel: nos los comemos.
¿Será así también con los robots? ¿Tendremos diferentes categorías, merecedoras de tratamientos radicalmente diferentes?
Difícil de prever; lo único seguro es que pronto tendremos que confrontarnos con el asunto.
Focos de trabajo - en qué ando
El webinar del CESA con ACRIP es mañana 31 de enero; hablaremos de (¿nuevas?) habilidades blandas frente a las tecnologías emergentes.
Es de acceso libre y gratuito: todas y todos son bienvenidas.
Aquí el enlace para inscribirte.Si te interesa la mirada regional o gubernamental sobre la Inteligencia Artificial, hablemos.
Vengo de hablar con Embajadores y otros diplomáticos de la región en un reciente evento y quiero ampliar la conversación.
Aunque tu equipo ya use herramientas de IA en su día, vale la pena enfrentar el tema desde la base: su aceptación cultural.
Lo vi con Spotdly, agencia creativa en Estados Unidos: un gran equipo y una gran conversación.